jueves, 10 de agosto de 2017

4. Génova (15-Julio-2017)

La República de Génova fue uno de los grandes aliados de España durante los siglos XVI y XVII. Situada demasiado cercana a la ambiciosa Francia, mantener una buena relación con la Monarquía Hispánica le proporcionó, no solo protección (llegó a tener guarnición española), sino beneficiosos negocios. 

La historia de España cuenta con nombres de gloriosos genoveses, como los almirantes Andrea Doria (Andrea con Carlos I y Juan Andrea con Felipe II) o el general de los Tercios Ambrosio Spinola. Y si contamos también a Cristóbal Colón, entonces hasta un Almirante de la Mar Océana...

El monumento más significativo de Génova es su "lanterna", un faro monumental de época medieval, reformado en el siglo XVI, que con más de 70 metros de altura se eleva sobre un gran promontorio a la entrada del puerto, con lo que podemos decir sin equivocarnos que sería una de las primeras imágenes que tuvieran los soldados de los Tercios embarcados a su llegada a Italia.

La Lanterna

Nosotros nos dirigimos en dirección opuesta, hacia el "Porto Antico", alrededor del cual se despliega toda la ciudad medieval y renacentista que queríamos conocer. De la Plaza Caricamento, con sus fachadas porticadas, surgen innumerables callejas que, perpendiculares al mar, se adentran cuesta arriba flanqueadas por altas casas y palacios, hacia la zona de la Catedral y el Palacio Ducal.

En el propio puerto es fácil aparcar, pues allí mismo se han levantado las instalaciones del Acuario de Génova, uno de los mayores de Europa y un puerto deportivo. Nuestra primera actividad, y así haríamos en adelante, era localizar la Oficina de Información Turística para sellar nuestra credencial del Camino. Nos costó un poco encontrarla, ya que estaba situada dentro de las instalaciones del puerto, y no es accesible directamente desde la Plaza Caricamento.

Muelle de San Marco (Porto Antico, Génova)

Pero gracias a eso vimos lo poco que queda de los antiguos muelles, con los argollones donde se ataban las galeras y demás embarcaciones. Una vez contada nuestra historia y obtenida nuestra prueba de paso comenzamos a pasear cuesta arriba en busca de la catedral. Recorrimos ahora las empinadas y estrechas callejas que subían desde el mar, cruzándose con calles algo más anchas que, para mantener la horizontalidad, transcurrían siempre en curva siguiendo la forma de la bahía. Lo abigarrado de las altas construcciones y la forma sinuosa de las calles proporcionaban un ambiente muy particular que nos gustó mucho.

Via San Luca (Génova)

La Catedral de San Lorenzo, del siglo XII, merece una detallada visita, sobre todo su fachada de mármoles blancos y negros en bandas horizontales con multitud de relieves y adornos o su nave central, con doble columnata en esos mismos colores. No tanto la subida a la torre, pues al ser prácticamente de la misma altura que las casas colindantes no te proporciona una visión panorámica de la ciudad, sino escasamente de la estrecha plaza a la que mira su fachada.

El Palacio Ducal, antigua residencia de los Dogos, se encuentra muy cerca, a espaldas de la catedral. Con una imponente fachada neoclásica, se continúa por una gran escalinata de honor, donde se mantienen los restos de dos enormes estatuas dedicadas a los Doria más famosos de la ciudad. El número de palacios en esta ciudad es impresionante. Tan solo pertenecientes a la familia Spínola contamos hasta diez diferentes. Algunos tienen museos o galerías de arte, por lo que puedes ver su interior, otros tan solo dejan ver sus fastuosas fachadas a lo largo de la vía Garibaldi, pero lo que queda claro es que la época de esplendor de Génova coincidió con la de nuestros Tercios, los siglos XVI y XVII.

Otro de los iconos de Génova es la Porta Soprana, uno de los pocos restos de la muralla medieval, a cuya sombra se mantiene una casita que dicen de Cristóbal Colón, aunque es una reconstrucción del XVIII.

Porta Soprana (Génova)

Y entre las numerosas iglesias que se abren de forma sorpresiva en las estrechas encrucijadas, llenando todo el espacio con sus grandiosas naves, que parecen imposibles de encajar en tan abigarrado espacio urbano, destacar la de los Jesuitas (SS. Andrea e Ambrosio, junto al Palacio Ducal), la de Sta. María della Vigne y la de San Mateo, que custodia la tumba de Andrea Doria.

Como ya llevábamos mucho tiempo andando, nos sentamos en uno de los pequeños restaurantes que había por todas partes, para probar la pasta al estilo genovés, que es más que nada "al pesto", pues al parecer esta salsa de albahaca es originaria de aquí. La comida y unas cervecitas frescas nos devolvieron las fuerzas para continuar viaje.

Génova es una ciudad muy grande que requeriría días para conocer y disfrutarla, pero esta sensación la vamos a tener a lo largo de nuestro recorrido muchas veces. Una de las cosas que dejamos en el tintero, es la visita a alguno de los fuertes que protegen las alturas de la ciudad. Son muy numerosos y algunos de ellos estuvieron custodiados en su día por soldados españoles. Sobre las construcciones abaluartadas del siglo XVI se alzan otras más modernas, pero todas con unas espectaculares vistas de la ciudad y la bahía. Constituyen el Área Natural Protegida "Parco delle Mura".

Nosotros tenemos que continuar hacia Milán, final de esta primera etapa, así que volvimos al puerto y con el coche comenzamos a recorrer la tortuosa autovía que asciende entre los estrechos valles y montañas que rodean la ciudad, manteniéndola casi aislada del resto de Italia...

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