jueves, 17 de agosto de 2017

9. La llegada a Namur (22 y 23 - Julio - 2017)

Entramos en Flandes siguiendo el curso del Mosela e hicimos estación en Thionville. Poco queda de aquella ciudad en la que el emperador Carlos reposó de su ataque de gota tras la huida de Innsbruck, primera parada del Camino Español en territorio propio tras cruzar la Lorena. La ofensiva final del ejército de Patton en 1944, con cruce del río incluido, dejo en mal estado la población, y a duras penas conservaron un torreón, la torre del reloj y algunas casas alrededor del ayuntamiento. De la antigua fortificación solo quedan en pie las esclusas del canal, con una imagen romántica que nada tiene que ver con el resto de la ciudad.


Luxemburgo sí que merece una visita a fondo. Este islote rocoso con multitud de fortificaciones que se superponen unas a otras da una imagen un tanto caótica hasta que te explican el origen de la población en el peñasco del Bock y su expansión posterior. Las fortificaciones abaluartadas de los españoles, que posteriormente los franceses completarían con Vauban, como no, pero esta vez sin derribar nuestras murallas, sino ampliándolas en otras zonas.


Para poder visitar el Palacio Ducal (antiguo ayuntamiento español) es necesario reservar con mucha antelación, ya que no en vano es la residencia habitual del Jefe del Estado y los grupos son reducidos, pero lo que no hay que perderse es la visita "a las casamatas", que es como denominan a las redes de túneles excavadas en la roca que permitían desplazar las tropas a cubierto, así como hacer fuego con la artillería. Las Casamatas del Petruse datan de la segunda mitad del XVII y las realizaron los españoles mientras que las Casamatas del Bock son del XVIII, realizadas por franceses y austriacos, también se utilizaron durante la II Guerra Mundial.


Aunque para llegar a la meseta de Kirchberg, donde se ubican actualmente todas las modernas construcciones que alojan las instituciones europeas, es necesario coger el coche o un autobús, no quisimos dejar de visitar las fortificaciones más completas que se conservan, que se fueron solapando en función del incremento de los alcances de la artillería. Así el más cercano a la ciudad es un hornabeque español del XVII (el Fuerte Obergrünewald), después una curiosa construcción de Vauban del XVIII en forma de flecha (el Reducto del Parque) y la última es el decimonónico Fuerte Thúngen, ya de época austriaca que ha tenido que soportar que construyan sobre él, el modernísimo MUDAM (Museo de Arte Moderno, de Luxemburgo).


A la mañana siguiente iniciamos nuestro último tramo del Camino. Seguimos la E25 en dirección a Arlon (otra parada del camino), y dejando la autopista principal que se dirige a Lieja (principado eclesiástico aliado), llegamos hasta Namur por la pequeña población de Jambes, ya que desde ésta se accede al Mosa y al impresionante puente a los pies de la ciudadela,  que era la imagen que queríamos dejar grabada en nuestra retina. Lo que no contábamos es que la lluvia de Flandes también quiso acudir a recibirnos y nos acompañó durante toda nuestra visita.

Namur fue cuartel general de nuestros Tercios en Flandes durante el mandato de Don Juan de Austria, y a la figura de este general está muy ligada la ciudad. Aquí gobernó en soledad cuando los Tercios fueron obligados a marchar, con los Tercios tomó la ciudad cruzando el Mosa, y derrotó a ejércitos superiores en la cercana Gembloux. Él fue quien la fortificó y aquí murió víctima del tifus o del veneno, mientras con sus tropas soportaba un nuevo asedio rebelde. Quiso que su corazón quedara aquí enterrado aunque su cuerpo tuviera que regresar a España, a reposar en El Escorial, y tras el altar mayor de la catedral de Saint Aubain lo depositó su sobrino, Alejandro Farnesio, que sería su relevo al mando, dejando la placa que lo recuerda, aunque para encontrarlo hay que saber que está ahí, ya que no hay la menor indicación...


 "El más grande señor Serenísimo Príncipe Juan de Austria, hijo del Emperador Carlos V, victorioso de los últimos moros rebeldes en la Bética (rebelión de las Alpujarras), dominador y capitán vencedor de los turcos en Patras (Lepanto), que gobernaba en Bélgica en nombre del Rey. En el campamento de Bouges (junto a la Ciudadelala fiebre no dejó de aumentar y murió en la flor de la edad. Su amantísimo sobrino, Alejandro Farnesio, príncipe de Parma y Piacenza, designado como sucesor en el gobierno por mandado de D. Felipe, potentísimo Rey de las Españas y de las Indias, coloca en el altar esta inscripción como cenotafio. 1578"

Se le encoje a uno el corazón al leer estas palabras pensando qué habría sido de nuestra historia si Don Juan no hubiera muerto tan joven y hubiera seguido ejerciendo el mando en Flandes unos años más. Poco más podemos hacer que rezar alguna oración por su alma, ya que estamos al pie del altar.


Después de esta obligada visita todo se nos muestra triste y gris, no en vano sigue lloviendo, aunque la ciudad te depara agradables sorpresas, como la impresionante iglesia de los jesuitas o el estupendo escudo que preside el antiguo mercado de la carne.


Después de comer saldrá el sol y nos acompañará en la visita a la ciudadela, que se encuentra compartimentada en varias zonas, todas separadas por profundísimos fosos, correspondientes a las distintas ampliaciones. Se puede subir en coche y aparcar arriba para recorrerla con comodidad, e incluso montarse en un trenecito turístico cuyo habilidoso conductor es capaz de meterse por los túneles y puentes que dejan escasamente un palmo a cada lado.


Cae la tarde en Namur y tenemos que celebrar que hemos culminado el Camino Español. Es domingo por la tarde, llueve de vez en cuando y no se ve un alma en las calles, así que el ambiente no parece muy prometedor. De pronto, al pasar junto a una calleja, el milagro ocurre. Una pequeña placita escondida, la del Marché aux Légumes mantiene sus terracitas abiertas, las mesas están concurridas y un animado murmullo nos atrae.

Además, es un murmullo en español. De nuevo los peregrinos del Camino Español, celebrando como nosotros que han terminado culminado su misión. Acompañados de buena cerveza belga compartimos experiencias, mientras los camareros no dan abasto, perplejos de tanta animación. "Jamais il y a espagnols a Namur", decían. Pues hoy, los Tercios han vuelto a Flandes...




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